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Cuarenta días y cuarenta noches de lealtad y amor

María Popova

En el increíblemente maravilloso Por qué los perros tienen el hocico húmedo, el poeta, novelista y autor de libros infantiles Kenneth Steven y el célebre ilustrador noruego Øyvind Torseter nos ofrecen una recreación moderna, irreverente y absolutamente tierna del Arca de Noé. Øyvind Torseter es el autor también de la alegoría existencial Agujero y del agridulce No puedo dormir.

La historia de por qué los perros tienen el hocico húmedo


Steven crea el marco:
Hace mucho, mucho tiempo, cuando hacía poco desde que empezó a existir el mundo, se puso a llover. Era una lluvia tremenda, de esas que te dejan totalmente empapado, de las que caen en tromba desde todas las esquinas del cielo y no paran ni un momento.

Conocemos a Noé, un hombre observador y sabio a la vez, con aspecto de un adorable y envejecido inconformista del Movimiento Artesanal. Comienza a construir un enorme bote salvavidas, el Arca, con la intención de reclutar a todos los animales que es capaz de recordar, en un arrebato de amor budista hacia todos ellos, incluidas las babosas, las arañas y demás sabandijas.

El último en embarcar es un chucho con un aspecto tan extraño que al propio Noé le resulta difícil saber qué tipo de animal es, si bien su hocico blando y negro demuestra que se trata de un perro.

Con un gran crujido y una peligrosa inclinación, el Arca comienza a navegar, mientras Noé se pregunta si su extraña compañía será capaz de sobrevivir en esta aventura hacia lo desconocido.

La escritura de Steven es, sin lugar a dudas, tan exquisita como la que podríamos encontrar en una obra maestra de Henry Beston o de Annie Dillard, pero no es frecuente en un típico libro infantil (aunque, por supuesto, éste no es un típico libro infantil).

La historia de por qué los perros tienen el hocico húmedo

Navegando, se alejaron de la granja hacia el inmenso mar. Había desaparecido toda la tierra, y no había nada más que cielo y mar. La lluvia caía tan fuerte como antes y desde las negras nubes saltaban los rayos en zigzag, como lenguas de serpiente. Aparte del ruido de la lluvia y el atronar de los truenos, todo estaba en silencio. En el mundo no había ningún otro sonido.

En el interior del Arca es otra historia: animales de todas las formas, tamaños y gustos vociferan día y noche. Hay una escena, que quizá les resulte familiar a los padres que tengan varios niños pequeños, en la que Noé trabaja incansablemente para dar de comer a cada animal su comida favorita sin tener un momento de paz y sin poder pegar ojo. Quizá esto le sirva de entrenamiento, pues su mujer, también con aspecto de inconformista, tiene un embarazo que no deja de aumentar durante la travesía.

La historia de por qué los perros tienen el hocico húmedo

En cuanto el último animal se había tomado la cena, era ya hora de empezar a pensar otra vez en el desayuno del primero.

Con todo, Noé consigue mantener a flote su fortaleza durante 20 días, hasta que de repente ocurre un desastre: se produce una vía de agua en el Arca. Y aunque el agujero no alcanza el tamaño de una nuez, el agua comienza a entrar a chorros causando temor y destrucción.

En un abrir y cerrar de ojos, el perro, con el supremo testimonio de su condición perruna, su hocico blando y negro, tapa el agujero y salva el Arca. Mientras todas las criaturas disfrutan, el fiel perro permanece sentado durante cuarenta días y cuarenta noches, evitando que el bote salvavidas se hunda en el aparentemente interminable océano.

Pero una mañana, mientras el perro olfatea un olor desconocido, otra violenta vicisitud interrumpe el ritmo de navegación: el Arca choca contra algo duro. Uno a uno, todos los animales, asombrados ante la exhuberante vegetación que cubre la tierra, desembarcan en la tan ansiada orilla. Pero cuando Noé, que es el último en bajar, se une al atónito grupo, recuerda con gran aflicción que su amado perro sigue en la tripa del barco tapando el agujero con su hocico.

Ay mi lindo perrito, susurró Noé, y le rascó en la barriga con mucho cariño.
– ¡Guau! ¡Guau! – respondió el perro, dándole un beso a Noé con el hocico mojado.
El perro no tendría que volver al mar, pero su hocico se quedaría frío y húmedo para siempre.

Noé entonces corre a salvarlo.

La historia de por qué los perros tienen el hocico húmedo