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Las nuevas voces del cómic

Las nuevas voces del cómic

Desde los inicios de Barbara Fiore Editora siempre hemos apostado por títulos únicos y diferentes, que aportan algo nuevo al momento y que transmitan un mensaje que creamos necesario expandir. Estamos emocionados por ver cómo en los últimos años la variedad en el mundo del cómic (así como del libro ilustrado) va creciendo, por lo que hoy os traigo un par de títulos al respecto. Estas dos novelas gráficas son el ejemplo perfecto de este cambio que vivimos: ambas han sido escritas y dibujadas por mujeres jóvenes; el estilo de dibujo huye de convencionalismos y es expresivo en sí mismo, dejando de lado academicismos; las dos tramas sacan a la luz temas tabú que la sociedad se esfuerza en esconder. Son varios los parecidos, pero son muy diferentes, como analizamos a continuación: Cheese, de Zuzu (2020) Zuzu es una artista italiana que despuntó en 2020 con este proyecto que ideó como trabajo de fin de curso, de la mano del reconocido autor Gipi. Este quedó estupefacto ante el trabajo de su alumna, sobre el que dijo lo siguiente:

Zuzu, maldita intolerable, inocente furia juvenil. Dado su trabajo temprano, parecía tímida. Levanté la vista de las hojas impresas: «¿Cuántos años tienes?». Ella respondió. Creo que la mandé a la mierda. Demasiada lucidez, demasiado lúcida para esa edad. Al mismo tiempo, joven, maldita, de una simplicidad frágil, le había abierto una puerta: «¿Quieres recordar cómo era estar vivo? —parecía decir con esas páginas—; lee, entonces». Y así fue: yo leí.

Así es exactamente Cheese: un recuerdo de lo que es vivir. Nada de aventuras ni extravagancias, tan solo situaciones comunes de un grupo de amigos que sobrevive al aburrimiento, pasa el verano como puede y se prepara para presentarse a un concurso de un queso rodante, contra la voluntad de la mayoría. Con ellos vivimos flechazos, desengaños, idas y venidas, mientras vemos a la protagonista luchar contra las dismorfia corporal y la bulimia. Un combate interior que no comparte ni con sus amigos más cercanos. Que quede claro, no se trata de una historia pueril de adolescentes, sino de una visión real de la madurez que aflora en los jóvenes. De esto nos habla la traductora, Regina López Muñoz, en este enlace. Sobre esto y sobre la dificultad de rejuvenecer para adaptarse a los nuevos lenguajes, en algunos puntos demasiado personales para ser claros, y sobre las referencias cinematográficas esparcidas a lo largo del libro. [caption id="attachment_14538" align="alignnone" width="3703"]Imagen en blanco y negro. Tres amigos sentados en un muro frente a un edificio. En el centro una chica fumando, a los lados hay dos chicos comiendo helado. Cheese, Zuzu (2020)[/caption] Zuzu se basa en su propia vida y sus amistades y nos la muestra sin maquillarla ni eliminar nada. En cada capítulo notamos la naturalidad de la historia, momentos que cualquiera ha podido vivir en su juventud. Es su dibujo maravillosamente expresivo el que nos cautiva en cada viñeta, sus líneas vibrantes dan intensidad y personalidad a todo lo que forman. 


Parte superior de la cubierta de Baby Blue, de Bim Eriksson (2022) Nos trasladamos a Suecia, en una realidad alternativa no tan alejada de la nuestra. Bim Eriksson escribe y dibuja esta historia. Comenzamos con una situación común, una trabajadora de una cafetería que se esconde en el lavabo para fumar y descansar unos minutos, cuando le piden volver al trabajo. A partir de aquí todo se complica y el lector se siente confuso, introducido en un mundo conocido pero ajeno. Página a página descubrimos lo que falla: la tristeza ha sido prohibida por el gobierno, todo objeto cultural que la muestre es censurado, y toda persona que se atreva a expresarla, apresada y drogada. la protagonista, Betty Pott, se siente fuera de lugar y culpable por ello al creer toda la propaganda establecida por el gobierno. En realidad, Eriksson no hace más que exagerar la sociedad actual. Gran parte de la población sufre algún tipo de enfermedad mental en cierta medida, muchos con consecuencias fatales cuando no encuentran una salida. El número crece ante las crisis socio-económicas que sacuden el planeta, pero no se contrarresta; aún es difícil que se entienda la salud mental al nivel de la salud física. Los que sufren estas enfermedades, son en ocasiones culpados y estigmatizados, haciendo así que se oculten. De otro lado encontramos el llamado "positivismo tóxico", que trata estas enfermedades con simplismo o más culpa sobre la víctima. Otro modo con el que se invalida y ridiculiza a esta población es con el término "generación de cristal", que insinúa que las nuevas generaciones son débiles y "quejicas" por gusto, quitándole valor a sus luchas por la mejora de la sociedad general. En el libro, la protagonista y su misteriosa nueva amistad mantienen una conversación sobre estos temas, y sobre la necesidad de contar con todas nuestras emociones para luchar contra injusticias. En resumen, Baby Blue es un reflejo aumentado del mundo actual. La artista escoge el azul oscuro como color exclusivo, sobre el blanco, para narrar toda la historia. Con un estilo muy personal, en sencillas líneas y planos, crea personajes de proporciones inusuales, y ojos vacíos pero no carentes de expresión. Otro punto común entre Cheese y Baby Blue es la influencia cinematográfica, patente en los planos y secuencias dibujados por Eriksson. 


Son muchos los puntos que diferencian estas dos novelas gráficas, tanto a nivel historia como visual, pero ambas son un excelente ejemplo de las nuevas voces dentro del mundo del cómic y merecedoras de reconocimiento.